¿Por qué fracasa la planificación estratégica?

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Una buena planificación estratégica reúne las iniciativas que una empresa considera esenciales para lograr sus objetivos a largo plazo. Para ello, se invierte tiempo, se miden los recursos y se definen las prioridades, en un ejercicio laborioso en el que se enfrentan las visiones y opiniones de los diferentes responsables. Además de todo esto, hay otro enemigo contra el que luchar: las estadísticas. Los estudios muestran que la gran mayoría de los planes estratégicos, casi el 90%, nunca llegan a implementarse. ¿Por qué? Si tener un plan estratégico es fundamental, ¿cómo debe hacerse para que sea realmente efectivo? ¿Y qué errores debemos evitar?

¿Qué es la planificación estratégica?

La planificación estratégica es el proceso mediante el cual los objetivos se transforman en iniciativas concretas para ser implementadas, generalmente en el plazo de uno a tres años. Se pretende así crear un plan que sirva de brújula para guiar a los colaboradores, alinear acciones y definir el paso a paso para alcanzar los objetivos.

Generalmente, los planes estratégicos cuentan con tres elementos principales. El primero es que debe partir de una visión y misión concretas (¿qué se quiere alcanzar y por qué?), que establecen una meta relativamente elevada y ambiciosa. El segundo es una lista de iniciativas, tales como lanzamientos de productos, expansiones geográficas o proyectos de construcción, que la empresa propone emprender para alcanzar los objetivos. El tercer elemento es la conversión de iniciativas en costes: el presupuesto anual.

Pero ¿por qué se crean los planes estratégicos? Después de todo, no siempre fue así. Cuando se empezó a hablar del tema a mediados de la década de los 60, se pensó que era la mejor manera de generar innovación y empresas competitivas. Se esperaba que esta forma de pensar produjera nuevas estrategias, así como instrucciones paso a paso para su ejecución, de modo que las empresas no pudieran equivocarse. Y, en algunos casos, funcionó: de Toyota hasta Apple, hay fantásticos ejemplos de empresas que mecanizaron cada paso de la planificación estratégica, como cualquier otro proceso en la línea de montaje. Pero para la mayoría de las empresas la realidad es bastante diferente.

Del mismo modo que encontramos buenos ejemplos, existen casos de grandes empresas, con directivos experimentados y extensos planes estratégicos, que terminaron de la peor manera. Kodak se convirtió en la tercera empresa más valiosa del mundo en 1997. Sin embargo, 15 años después, se encontraba en bancarrota. Blockbuster, que tuvo la oportunidad de comprar Netflix en el año 2000 y no lo hizo, siguió el mismo camino. Pero, para entender la trampa de la planificación estratégica, basta con analizar la bajísima tasa de implementación: las estadísticas varían, pero la mayor parte de los estudios apuntan a que cerca del 90% de los planes nunca se implementa. Pero si fallan tanto, ¿de qué sirven?

¿Para qué sirve la planificación estratégica?

Sin un plan estratégico, las actividades de una empresa se desorientan fácilmente, se descontrolan y se desequilibran. Si bien sus valores y misión fueron definidos en un inicio, con el tiempo se diluyen y existe una tendencia natural de las empresas a dedicarse solo a lo que está sucediendo en el momento, dejando así de prever el potencial del negocio y siendo superadas por la competencia.

Un plan estratégico permite a las empresas saber qué camino tomar para mantenerse vivas dentro del mercado, adaptándose y sobreviviendo a los cambios y crisis. La planificación estratégica evita que una empresa se estanque en el tiempo, y deja espacio para el crecimiento y la innovación.

Además, la planificación estratégica es la base para una buena gestión y distribución de los recursos financieros, materiales y humanos de la empresa de forma más coherente y eficiente. Con una mayor alineación y visión, se obtienen importantes ahorros de costes y un mayor sentido de propósito. Al menos, en teoría.

¿Por qué fracasa la planificación estratégica?

Aunque muchas empresas se esfuerzan por definir y planificar el futuro, muchas veces el proceso se implementa de manera incorrecta. Estas son las principales razones por las que un plan estratégico puede fallar.

1. El plan estratégico no es realista

Muchos planes estratégicos se elaboran con objetivos que no son realmente alcanzables o en los que el equipo no cree. Por lo general, esto sucede cuando no se evalúa cuidadosamente el negocio o el mercado, o cuando no se tienen en cuenta la capacidad y los recursos reales de la empresa.

2. El plan estratégico no está respaldado por datos

La falta de datos es un grave error a la hora de realizar un plan estratégico. Sin un mapeo respaldado por datos del estado actual del negocio, no puede haber una visión de futuro. Cuando las decisiones se toman con base en la intuición, rápidamente resultan ineficaces.

3. El equipo no está involucrado en el proceso

La falta de compromiso es otro de los motivos por los que un plan estratégico suele fracasar. Muchas veces, el plan puede incluso estar bien construido, pero si los colaboradores no estuvieron involucrados en su definición, se sentirá como una imposición. Esta es la razón por la que muchos planes subcontratados a consultores tienen una tasa de fracaso particularmente alta en comparación con los planes desarrollados internamente.

4. El plan estratégico no tiene plazos

Sin un cronograma que guíe los tiempos de las diferentes tareas, el plan estratégico termina siendo postergado o descuidado en favor de otras acciones consideradas “más urgentes”. Esta actitud puede incluso solucionar problemas en el momento, pero, a medio y largo plazo, impide la ejecución del plan.

También es importante que los plazos también sean realistas. De lo contrario, cualquier cronograma se vuelve inútil.

5. El plan estratégico no incluye objetivos cuantificables

Solo es posible determinar el éxito de un plan estratégico si los datos son medibles y controlados. Sin métricas, no hay forma de saber si los resultados obtenidos hasta el momento son positivos o negativos, dentro de los objetivos establecidos.

De este modo, es fundamental que el plan estratégico determine cuáles son los indicadores adecuados que evaluarán su rendimiento y cumplimiento. No basta con querer un plan estratégico para aumentar las ventas. Si la propuesta es un aumento del 30 % en la facturación al final del año en la línea de productos “X”, es fácil seguir los resultados todos los meses y ver si se está en el camino correcto.

6. El plan estratégico no ha sido bien acompañado

Además de definir métricas, es importante que se lleve a cabo un seguimiento y el plan estratégico sea continuamente monitorizado. Es necesario seguir muy de cerca todas las etapas del plan para poder identificar y corregir cualquier problema que esté interfiriendo con los resultados.

¿Quién debe ejecutar un plan estratégico y cuándo?

La planificación estratégica debe ser realizada por la dirección de la empresa. Sin embargo, debe involucrar el compromiso y la dedicación de todos los equipos y colaboradores, para que todos trabajen enfocados en los mismos objetivos.

Si bien no existe una pauta universal sobre el mejor momento para llevarlo a cabo, la norma es que se haga todos los años con un horizonte de 3 a 5 años, siendo las iniciativas y los costes válidos solo para los próximos 12 meses.

Cómo hacer un plan estratégico, paso a paso

La planificación estratégica implica algunos pasos esenciales, que describimos a continuación.

Paso 1: Posicionamiento y propósito

En primer lugar, es importante determinar dónde está la empresa y hacia dónde quiere ir. Para ayudar a definir estos aspectos, recopila los datos disponibles sobre el estado actual, la competencia y la evolución del mercado. Así, podrás tener una visión completa de la empresa en el momento actual.

Paso 2: Objetivos y métricas

Establece objetivos estratégicos para cada área. Es decir, puedes definir un objetivo a largo plazo para el negocio y luego definir los objetivos más a corto plazo por los que tendrán que pasar las diferentes áreas o departamentos para alcanzar el objetivo principal. Los objetivos deben ser SMART: específicos (Specific), medibles (Measurable), alcanzables (Achievable), realistas (Realistic) y con plazo límite (Time Bound).

Es necesario monitorizar los objetivos a través de un conjunto de métricas, para medir el desempeño. Define los indicadores más adecuados para evaluar el grado de cumplimiento del objetivo. La idea es que, con solo un vistazo rápido, puedas seguir el progreso del plan estratégico.

Paso 3: Define las iniciativas

Llega el momento de ser creativo y, con un brainstorming, definir las iniciativas que ayudarán a la empresa a alcanzar sus objetivos. Desde nuevos productos hasta instalaciones, colaboraciones estratégicas para revisar procesos de producción críticos, como el lavado, o para entrar en nuevos mercados.

Esta es la etapa donde todas las ideas se ponen sobre la mesa. Pero las mejores empresas reconocen el poder de las retiradas estratégicas, por lo que la revisión de gamas, la salida de los mercados menos rentables o la reducción de costes y desperdicios, pueden ser igual de importantes. Al final, es necesario priorizar y llegar a la lista de los llamados vital few, la lista de pocas, pero muy relevantes, iniciativas que deben implementarse este año y que harán que el puntero se mueva hacia los indicadores seleccionados.

Paso 4: Ejecuta y acompaña

Después de completar los pasos anteriores, es hora de poner en práctica todo lo descrito anteriormente. Con objetivos organizados de manera SMART e indicadores bien definidos, es posible ejecutar y monitorizar el plan de manera efectiva. Uno de los métodos más utilizados en este paso es el 5W2H, que ayuda a que no se nos olvide nada importante.

Al realizar el seguimiento, es fundamental asegurarse de que los plazos están actualizados y que las acciones se están ejecutando correctamente. A medida que se pasen los plazos, evalúa si se están alzando los objetivos. Si no, será necesario revisar la planificación estratégica. Es mejor actuar en el momento que eludir el problema, ya que puede salir caro en el futuro.

Somengil, al lado de las empresas líderes en su sector

En un mundo global, donde el rápido e impredecible progreso tecnológico se expande y redefine la propia existencia humana, es más importante que nunca que las empresas cuenten con un plan estratégico. Con una buena planificación, las empresas son capaces de reaccionar a tiempo a los cambios y mantenerse a la vanguardia de su sector.

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